Cristina era de esas personas siempre disponibles si se trataba del Colegio: dinámica, creativa, diplomática y con una memoria prodigiosa. Era una profesional de calidad y una muy buena compañera. Realmente la voy a extrañar.-
Guillermo “Willy” Martinez
Conocí a Cristina Calvi en 1983. Ella pertenecía a una de las primeras promociones de traductores de inglés del INSP (lo que hoy se conoce como Instituto Olga Cossettini) y hacía pocos meses que yo había aprobado mi última materia. En esos días, seguramente en el contexto de no pocas charlas de café, varios colegas que vivíamos en Rosario y su zona de influencia, la mayoría de como de veintitantos años de edad... idealistas, soñadores y ávidos de realización personal, quisimos dignificar el ejercicio de nuestra profesión. Así fue que pedimos prestado el salón de actos de la Escuela Normal N.o 1 (donde funcionaba el INSP) y convocamos a una asamblea que resultó histórica. De esa manera se constituyó la Asociación Pro Colegio de Traductores de la Provincia de Santa Fe, que sentaría las bases para que finalmente el Colegio se constituyera mediante Ley Provincial en 1992. Cristina Calvi cumplió una función protagónica en ese proceso. Entendía mucho de gestión institucional, tenía excelente gusto y una redacción exquisita, podía organizar eventos especiales, siempre conocía a “alguien que conocía a alguien” para encaminar algún proyecto, ayudaba a razonar y desenredar asuntos complejos, y no le faltaba un puñado de optimismo y buen humor para aportar cuando hiciera falta.
Pocos años después, mientras cada uno procuraba su propia realización personal, la vida nos llevó por distintos caminos. Mi experiencia personal implicó un alejamiento físico y, si mal no recuerdo, no volví a ver a Cristina en más dos décadas hasta que —cuando yo vivía a 1200 km de Rosario— volvió a establecerse el contacto con el Colegio y tuve el privilegio de colaborar con el área de capacitación “jugando de visitante”. Fue sumamente refrescante el reencuentro con Cristina y otros colegas, pertenecientes a diversas generaciones, pero todos entusiasmados por la marcha del Colegio. No mucho después, ya radicado nuevamente en Rosario, tuve la oportunidad de compartir con Cristina otra etapa de la vida, caracterizada por el compromiso con la profesión y la institución, pero con menor empeño en la realización personal y mayor enfoque en los colegas noveles. Se diría que “volví a descubrirla” al colaborar juntos como miembros del Consejo Directivo, compartiendo reflexiones, objetivos, soluciones y razones para luchar, celebrar y reír que —en definitiva— me han enriquecido enormemente la vida y siempre serán un motivo de gratitud.
Ya en medio de la pandemia, la última vez que nos comunicamos fue por correo electrónico, el 30 de septiembre de 2020 —simbólica, la fecha— el día internacional del traductor.
¡Hasta la próxima, Cris!...
Cristina Calvi, la hacedora.
Desembalá la memoria
que no hay cosas que no sirvan
te va a servir lo amarrado
y lo que anda a la deriva…
(Por qué no lloras un poco, Gabo Ferro)
Me enteré por las redes sociales de su partida y se me estrujó el corazón. Hacía mucho que no nos veíamos pero solíamos cruzarnos en nuestra amada Facultad de Humanidades donde ella ya era profesora y yo reincidía como estudiante de otra carrera. Nos veíamos, nos reconocíamos como parte de algo grande que habíamos conseguido gestar, nos saludábamos con afecto, porque eso era seguramente lo que más nos unía. Mientras escribo estas breves líneas, me doy cuenta de que, vaya a saber por qué, ella me llamaba muchas veces por mi apellido, chistosamente y con un tono muy particular...”Pero vos, Martínez...” me decía. La pandemia que nos tiene a todes aislades me hace sentir que tal vez me la vuelva a cruzar en esos pasillos de la facu cuando regresemos. Y si así no ocurriere, yo sé que vos, Cristina, estás en la genética del Colegio, en el recuerdo y, sin dudas, en mi recuerdo, yendo y viniendo por mi corazón.
2 de diciembre de 2020
Emilio Ganem
Quise mucho a Cristina. Fue, sin dudas, una persona indispensable en la vida, en la historia de nuestro Colegio de Traductores y la Federación Nacional.
Quería tanto a nuestra Institución que fui testigo de que, por momentos, le dolía.
Le debemos muchísimo.
La voy a extrañar.
Vero Paladini
Fuiste primero mi referente, de esos colegas inalcanzables, a quienes uno admiraba y miraba desde "abajo". Luego mi compañera, mi secretaria idónea, a quien podía confiar una impecable reunión de FAT, cena o ceremonia sin que faltara ni el más mínimo detalle protocolar. Compartimos viajes, congresos e intereses comunes. Y después de tanta vida compartida, descubrimos que había existido una vida en común de nuestros padres. ¡Aprendí tanto de vos, Cris! Te voy a extrañar...
Graciela Atencio
Cris fue una persona íntegra, compañera, atenta, generosa al extremo al compartir todo su mundo inconmensurable de conocimientos, de palabra precisa y de modo afable, siempre; de una forma de expresión única. Su frase “dislate total” y su “café negro con una nubecita” quedarán en nuestros oídos y en nuestro recuerdo con una gran sonrisa y, a la vez, con una enorme tristeza por tu ausencia. Infinitas gracias por todo tu aporte a nuestra profesión, a nuestro Colegio y por decir lo que pensabas con tantísimo respeto, algo que hoy falta tristemente en nuestra sociedad. Te voy a extrañar Cris.
Graciela Cuello
Quise mucho a Cristina.
ResponderBorrarFue, sin dudas , una persona indispensable en la vida , en la historia de nuestro Colegio de Traductores y la Federación Nacional.
Quería tanto a nuestra Institución que fui testigo de que , por momentos, le dolía.
Le debemos muchísimo.
La voy a extrañar.
Emilio Ganem