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Homenaje a la Traductora Cristina Calvi


Abrimos este blog como forma de homenajear a la Traductora María Cristina Calvi. Su participación en el Colegio desde sus comienzos como asociación fue constante, comprometida y entusiasta. Nuestra idea es ir publicando materiales que nos hagan llegar, ya sean fotos, comentarios, videos y recuerdos. Comenzamos con un artículo publicado en la revista "La traducción bajo la línea de la convergencia" que Cristina publicó en el año 2013 en relación con su tema de investigación y que gentilmente nos hizo llegar la Dra. María Inés Arrizabalaga. La traductora Rosana Wolochwianski se encargó de las gestiones y nos hizo llegar esta semblanza: 

Me resulta imposible escindir en mi memoria a Cristina Calvi de nuestro Colegio. Ella marcó de algún modo mi entrada cuando, con pocos años de matriculada, me invitaron a participar bajo su guía en el Tribunal de Conducta. Yo, que entonces era muy joven, la veía a ella como una estrella, tan elegante, pausada, con su inconfundible aire a profesora universitaria. De inmediato comprendí en esa experiencia todo lo que me faltaba saber de los vericuetos éticos y legales de nuestra profesión, que ella tan bien manejaba. Pero no es su rol en ese organismo lo que quiero resaltar aquí. Habrá quienes puedan hacerlo mucho mejor que yo, que transité muy poco tiempo por ese camino. Tampoco me compete abundar en detalles con respecto a todo lo que hizo en las numerosas gestiones que integró. Lo que sí me gustaría destacar, es la alegría con que recibió en 2006 el proyecto del CEIT, un Centro de Estudios e Investigación sobre la Traducción que funcionó durante algunos años en nuestro Colegio. Recuerdo su entusiasmo y el apoyo incondicional que nos brindó a quienes emprendimos esa aventura, de la cual participó activamente, sin dejar de insistir ni por un minuto en lo importante que sería que los traductorados de nuestra ciudad fueran universitarios, porque es allí, decía, en la universidad, donde se produce el conocimiento. Ella, con un pie en ambos mundos, el de la Universidad y el del Colegio, canalizó su interés personal por la investigación embarcándose en un Doctorado en Traductología de la UNC, que estaba a punto de terminar. Con gran congoja, me decía su directora de tesis, María Inés Arrizabalaga, al enterarse de la triste noticia de su partida: “alguien tendría que terminar su investigación, un trabajo así no puede quedar inconcluso”. Por eso decidí compartir aquí un artículo que ella publicó hace algunos años. Para que todos sepamos que además de traducir, gestionar y enseñar, ella también investigaba.

Indagaba en la influencia que las operaciones de desplazamiento de textos a partir de la traducción ejercieron en algunas revistas literarias independientes editadas durante los sesenta y comienzos de los setenta en la ciudad de Rosario por jóvenes escritores que integraban grupos independientes de debate literario.

“Un trabajo así no puede quedar inconcluso”, me decía su directora. Ojalá algún día alguien recoja el guante. Sería maravilloso que los traductores de nuestra ciudad podamos demostrar que la traducción no solo merece ser estudiada e indagada en otros lugares y por otras disciplinas, sino que nosotros mismos podemos tomar la pluma y, como había empezado a hacer Cristina, escribir nuestra propia historia. Comparto como homenaje a nuestra querida colega, su artículo Revista Alto aire: Experiencia traductora e intuición teórica, publicado en García, A.M. y Arrizabalaga M. I. [et. al.], La traducción bajo la línea de la convergencia, Facultad de Lenguas - Universidad Nacional de Córdoba, 2013, pp. 137 a 148.

Trad. Rosana Wolochwianski

Artículo en página 137


REVISTA ALTO AIRE:
EXPERIENCIA TRADUCTORA E INTUICIÓN TEÓRICA

María Cristina Calvi Universidad Nacional de Rosario


RESUMEN

Tres poetas de la ciudad de Rosario (Luis María Castellanos, Juan Manuel Inchauspe y Alberto Carlos Vila Ortiz) se asociaron como editores responsables de una revista literaria, Alto aire, de vida extremadamente efímera: solo la edición de abril de 1965 vio la calle. El único número de la serie se organizó con la publicación  de poemas de los propios editores que alternaron con traducciones de poemas de Dylan Thomas, E. E. Cummings y Wallace Stevens. Cada traducción estuvo acompañada por una reflexión acerca de los motivos de la elección del poema y de las vicisitudes de la tarea de traducir. Algunas de las reflexiones o comentarios se instituyen como una prototeoría de la traducción, en un medio sin marcos teóricos referenciales ni mapa de la disciplina, que aún estaba por trazarse. Nuestro trabajo se propone indagar, en el contexto de la revista, desde la Teoría del Polisistema formulada por Itamar Even Zohar (1997 [1990]), acerca de dos aspectos: (a) la función que desempeñó la traducción de los poetas seleccionados respecto de las creaciones propias y (b) la significación de la literatura traducida en la integración de los contenidos de la revista, en un contexto en el cual varios grupos de poetas hicieron de la traducción una herramienta habitual. Partimos de la hipótesis de que traducir se constituyó en el modo de interrogar a la palabra de la propia lengua, en una búsqueda de formas innovadoras de la expresión poética. También podemos argüir que los textos traducidos actuaban como modelo y aportaban solidez a la conformación de «una literatura joven», joven por la edad de sus protagonistas y joven porque se estaba en una etapa escrituraria fundacional para el medio local. Por otra parte, las traducciones nunca alcanzaron el circuito editorial consagrado, por lo que, mayoritariamente, abonaron los debates de los grupos literarios.

PALABRAS CLAVE: Traducción de poemas, Teoría del Polisistema, Revista Alto aire.


1. INTRODUCCIÓN

El interés por la traducción de poesía en las revistas independientes de Rosario surge, hace ya un tiempo, de la lectura del breve prólogo que el poeta Aldo Oliva (1927-2000) realizara para su libro Cesar en Dyrrachium (1986), que incluye una traducción del latín de Lucano y sus propios poemas surgidos mientras buscaba la forma castellana para el texto latino:

El texto que a continuación puede leerse consta de dos partes. La primera («Diegesis a Lucano») es una versión (fragmentaria y relativamente libre) del Libro VI de la Pharsalia («De belle civile») de M.A. Lucanus, frecuentemente apoyada en la traducción francesa, en prosa, de A. Bourgery («La guerre civile», Les Belles Lettres», París, 1947/1948), con notorias disidencias sintácticas y semánticas respecto de ella. Un intento de formalización métrica me llevó a preferir el alejandrino (desconsiderando la rima) entre las versificaciones posibles en castellano. Sin introducir un cotejo abusivo, sentí que los mejores momentos de Rubén Darío, en ese metro, me facilitaban un respaldo «clásico» que era posible transferir al hexámetro épico latino y rescatarle alguna vigencia al trueque poemático a nuestra lengua.

La segunda parte («Aliter», en latín «de otro modo») es un intento de consumación, también poemática, de las resonancias antropológicas liberadas en el curso de la estructuración textual de la «Diegesis» y su denotación histórica, aunque los perfiles reales de muchas de las imágenes deberían recortarse sobre las luminosidades de la Égloga IV de Virgilio como sombras negadoras de su mesiánico optimismo histórico (Oliva, 1986: 21).

El texto de Oliva, que desnuda el proceso de la traducción y las implicancias (o resonancias) en la elaboración de su poema, despierta mi interés sobre la relación entre ambas prácticas «poemáticas» porque trazan un cruce lingüístico-histórico-cultural de las literaturas involucradas. Oliva toma de referencia un texto francés en prosa, pero se aparta de él; busca el referente, el respaldo clásico en español y finalmente produce su traducción y su poema, ambas prácticas escriturarias dadas en simultaneidad.

Durante los 60, el clima de época que dominó estuvo connotado, entre otros aspectos, por una fuerte presencia de la literatura. El llamado «Boom latinoamericano», asociado con frecuencia al éxito editorial, tuvo otra vertiente no menos significativa en las revistas literarias culturales. Estas revistas fueron, como señala Gilman (2012: 22), «un soporte imprescindible para la constitución del escritor en intelectual, puesto que supuso la difusión de su palabra en una dimensión pública más amplia». En Rosario surgen un grupo de revistas independientes, editadas por escritores, casi todos poetas, algunos muy jóvenes, veinteañeros, que conformaban grupos de debates en bares y restaurantes de la ciudad. Esos típicos y clásicos debates en el espacio público generaron publicaciones que, con diversa suerte, trazaron un recorrido de creatividad que resultó embrionario de otras manifestaciones posteriores. La reflexión sobre el lenguaje, las posibilidades expresivas de las nuevas formas y los temas de la poesía muchas veces se ejerció mediante la práctica de la traducción.

Dentro de este contexto, en abril de 1965 aparece la revista Alto aire, conformando una constelación con otras revistas similares, como Cauce (1963), El arremangado brazo (1963), Setecientosmonos (1964), El lagrimal trifurca (1968) y La Cachimba (1971).

La revista Cauce (1963), publicada por la Comisión Municipal de Cultura, tuvo una única entrega destinada a las letras rosarinas. Publicó «Aprendizaje de tu muerte», acaso el último poema de Arturo Fruttero, quien falleció ese mismo año, a la edad de 53. Fruttero fue traductor del inglés y del francés; muchas de sus traducciones del inglés fueron publicadas por la revista ARCI (Asociación Rosarina de Cultura Inglesa).

El arremangado brazo (1963), dirigida por los poetas Aldo Oliva y Rafael Ielpi, publicaba lo que este último definió como un anticipo de periodismo de investigación sobre temas sociales. Mientras, por otra vertiente, Ielpi traducía, junto a Eduardo D’Anna, poesía brasilera, y Aldo Oliva, como vimos, se concentraba en nuevas versiones de los clásicos latinos.

Setecientosmonos (1964-1967), creada y dirigida por Juan Carlos Martini y Carlos Schork (luego Nicolás Rosa se sumaría a la dirección), orientó su línea editorial hacia el ensayo, la narrativa y la crítica literaria y cinematográfica. Escribía gente vinculada a la Facultad de Filosofía y Letras de Rosario: María Teresa Gramuglio, Adolfo Prieto y Josefina Ludmer. Nicolás Rosas y Juan José Saer realizaron traducciones del francés, tanto de narrativa como de ensayos sobre teoría literaria. Nicolás Rosas tradujo a Roland Barthes; posiblemente esos textos hayan sido los primeros de Barthes en español.

Para El lagrimal trifurca (1968-1976), dirigida por Francisco y Elvio Gandolfo, la poesía era el tema excluyente y «las traducciones ocuparon un lugar importante», al decir de Gandolfo en una entrevista reciente. Se publicaron traducciones de poemas del inglés, francés e italiano, destacándose, en este sentido, las colaboraciones de Eduardo D’Anna y Samuel Wolpin.

La Cachimba (1971-1975), dirigida por Jorge Isaías, fue una revista de poesía dedicada a los poetas de la ciudad y la región. Aunque Isaías participaba de los grupos de debate, su publicación (que luego daría el nombre a la editorial fundada por el mismo Isaías) desarrolló características particulares dando cabida a la producción de los más jóvenes, pero sin que la práctica de la traducción apareciera en el horizonte de los contenidos.


2. CRUCE LITERARIO: ALTO AIRE (1965) Y LA LITERATURA TRADUCIDA

De este modo, las revistas y sus editores generaron un cruce entre literatura traducida y literatura local (Rosario) que quedó plasmado en las ediciones de varias de las publicaciones y cuya práctica de la traducción reúne características peculiares. Fue una práctica sin encargo; los textos y autores fueron libre y arbitrariamente elegidos de acuerdo con las preferencias e intereses de los poetas-traductores. La práctica fue invisible ya que las traducciones quedaron en esas páginas y nunca ingresaron en un circuito editorial consagrado; algunas, incluso, nunca llegaron a publicarse ni en ese circuito tan restringido. Las revistas, que guardan en sus páginas ese conjunto de traducciones tan heterogéneo en sus intereses, hoy son inhallables en bibliotecas públicas; más aún, los propios protagonistas no poseen las colecciones completas.

Sin embargo, esa práctica de la traducción casi privada, sin proyección masiva, ejerció un rol decisivo para los integrantes de los grupos que la practicaron mediante la incorporación de textos inéditos para el medio local.

Alto aire tuvo, como otros emprendimientos independientes, una vida extremadamente efímera: se editó un solo número, el de abril de 1965, con una muy cuidada diagramación de diseño a cargo de Juan Quaglia. Los responsables de esta revista de poesía, por y para la poesía, fueron Luis María Castellanos, Alberto Carlos Vila Ortiz y Juan Manuel Inchauspe. El título fue tomado de las líneas que Luis María Castellanos redactó para la apertura de la edición: «alto aire en tus mejillas, en todas las vertientes (…) / aire alto del poema, propicio al desafío, a la historia que intentan hoy tus brazos sobre estas duras playas» (Alto Aire, abril 1965: 2).

La peculiaridad de esta revista es el señalamiento específico que hace de la tarea de traducir como proceso y de la traducción como producto, cuyos comentarios y reflexiones se aproximan a una prototeoría, en un momento que aún la disciplina no estaba trazada y las teorías eran inexistentes. Las «versiones» de los poemas y los comentarios sobre la tarea de traducir ocupan la mitad de la edición. En Alto aire, las traducciones obraron en dos sentidos: (1) incorporaron la literatura traducida a la literatura rosarina mediante una significativa presencia en la integración de los contenidos de la revista y (2) se desempeñaron como instrumento de reflexión acerca de la propia producción focalizando una perspectiva renovadora de la poesía.

Podemos ubicar estas prácticas, tal como lo propone Itamar Even-Zohar (1997 [1990]), dentro un sistema de relaciones entre las obras traducidas y la literatura receptora. Relaciones que se inician con el modo en que los textos de origen son seleccionados por la literatura receptora, pues nunca hay una ausencia total de relación entre los principios de selección y los co-sistemas locales de la literatura receptora y que se materializan en el modo de utilización del repertorio literario que resulta de las relaciones con los co-sistemas locales.


3. LA LITERATURA TRADUCIDA EN LA INTEGRACIÓN DE LOS CONTENIDOS

La revista propone un juego de alternancias entre los textos traducidos y los poemas de los poetas/editores/traductores que permite observar la interacción entre ambas producciones. En el sitio que ocuparía un prólogo, la revista hace su presentación mediante tres apartados, en prosa poética, con la definición de poesía dada por cada uno de los editores, continúa con las versiones y los comentarios de los poetas y poemas traducidos, seguidos de los poemas de los poetas/traductores. Las páginas centrales dan cabida al editorial, cuyo título, «Una continúa obsesión», es cita textual del título que el poeta Raúl Gustavo Aguirre diera a su artículo publicado en el número 25 de Poesía Buenos Aires, del año 1957. El editorial fija los objetivos programáticos de la revista: retomar la línea dejada por Poesía Buenos Aires, que entre 1951 y 1960 dirigió Aguirre. El número cierra con fragmentos de prosa de Cesare Pavese y Albert Camus, en traducciones publicadas por editoriales que no se mencionan.

La organización elegida para los contenidos sitúa a las traducciones como portada de los poemas propios, a modo de respaldo de la tarea escrituraria. Similitud con el planteo de Aldo Oliva, que organiza su libro con una traducción más la creación inspirada durante la búsqueda de la forma castellana para los versos de Lucano.

Luis María Castellanos tradujo dos poemas de Dylan Thomas y uno de E. E. Cummings. Alberto Carlos Vila Ortiz tradujo un poema de Wallace Stevens. Luis María Inchauspe no participó del oficio de traductor. Las traducciones de Alto aire se publicaron en versión bilingüe, una práctica infrecuente para el momento, y dentro de la constelación de revistas literarias que publicaban traducciones fue la única en adoptar esta modalidad.


4. LA FUNCIÓN DE LOS TEXTOS TRADUCIDOS EN LA PRODUCCIÓN PERSONAL

¿Por qué seleccionaron a esos poetas y esos poemas? La primera observación es que todos los poetas traducidos fueron contemporáneos, pero con poco o nulo conocimiento en el medio local debido precisamente a la ausencia de traducciones. Luis María Castellanos explicita que selecciona poemas de Dylan Thomas por «la poca difusión que su obra ha tenido en nuestro medio». Pero la elección también recae en el poeta galés por la conjunción de tradición y modernidad en sus versos y porque sus temas se ubican «frente a los problemas de hombre y del arte de nuestros días» (Alto aire, abril 1965: 12). La lectura y traducción de los versos de Thomas incitan a Castellanos a una profunda revisión de su producción (ésta es la segunda observación), pues se ve «obligado a dejar las formas académicas » a partir del descubrimiento de la nueva plasticidad que el poeta dio al idioma inglés.

Los dos poemas elegidos para la traducción y publicación en la revista pertenecen al volumen Collected Poems (1971): «The force that trough the green fuse drives the flower…» (Ese vigor que en el delgado tallo…) y «Where once the waters of your face…» (Donde una vez las aguas de tu rostro…). Luis María Castellanos en el comentario que sigue a sus versiones hace al lector partícipe de su preocupación acerca de cómo traducir a Thomas sin traicionar su poesía:

La dificultad que entraña traspasar a nuestro idioma los poemas de Thomas, cuyo mérito mayor en muchos casos consiste precisamente en la depurada utilización del lenguaje y la complejidad rítmica de su estructura, no ha pasado por alto a nuestro esfuerzo.

No obstante, y dada la poca difusión que en nuestro medio se ha hecho de su obra poética, hemos emprendido la tarea encarándola más al modo de las versiones de Pound que al de las traducciones de tipo académico.

Hemos preferido, a veces, traicionar la literalidad de los textos y modificar el ritmo de los poemas, ya que nuestro esfuerzo tiende más a la preservación de la materia poética que al mantenimiento de estructuras formales que nada significan para nuestro idioma (Alto aire, abril 1965: 13).

Castellanos es un traductor sin prejuicios que opta por mantener, en el traslado del inglés al español, el ritmo y la musicalidad de la poesía en un esfuerzo por no perder la esencia de la creación de Thomas. Si Thomas se aparta de la academia para producir su poesía, Castellanos se aparta de la academia para traducirlo. Una declaración de principios: poner el lenguaje en primer término, rescatando y destacando las peculiaridades de la lengua española por sobre una ajustada fidelidad al original inglés, abandonando las «traducciones clásicas» y optando por «traducciones significativas» que cumplan con la función de innovar la literatura local. El objetivo de su labor es lograr mantener la verdad poética, «entonces las críticas que pueda provocar nuestra labor carecerán de vigor» (Alto aire, abril 1965: 13). Una actitud que tiene ecos de la afirmación de Walter Benjamin (1994 [1938]) en su ensayo «La tarea del traductor»: La función del traductor consistiría, así, en encontrar en la lengua a la que se traduce una actitud que pueda despertar en dicha lengua un eco del original.

La elección del poema de Wallace Stevens, «Of modern poetry», que realiza Vila Ortiz, responde a «la identidad de sentimiento» y de opinión acerca de la poesía. Pero también porque «Stevens aún no ha sido valorado. Hay, sí, nuevas traducciones de algunos de sus poemas, alguna nota ocasional, pero poco más» (Alto aire, abril 1965: 22). Vila Ortiz manifiesta idénticos motivos que los de su colega editor al señalar el desconocimiento de la obra de Stevens, justamente porque dentro de los propósitos de Alto aire estaba la apuesta a la innovación y renovación del medio:

Stevens […] supo entender, como pocos otros, ciertos climas, ciertas esencias de la poesía de este tiempo. En uno de sus poemas, el que hemos querido traducir en esta ocasión, lo dice expresamente, lo enuncia con magia verbal que la traducción lógicamente no intenta repetir.

Podríamos haber elegido otro poema más accesible en su forma, pero el sentido de «Of modern poetry» nos ha parecido sumamente conveniente para este primer número de «Alto Aire». «Of modern poetry» nos habla de cosas que compartimos, de una poesía que no encontró nada hecho, de un poeta que tiene que hacer todo. Aprender la lengua del lugar, enfrentar a los hombres y a las mujeres de este difícil tiempo, tratar de llegar, como Stevens, a hablar con meditación, en el oído de la invisible audiencia (Alto aire, abril 1965: 22).

Nada más explicito para justificar las motivaciones de una revista de poesía que partir de una definición de poesía, expresada en un poema de un poeta consagrado. La identidad de sentimientos que manifiesta Vila Ortiz se equipara a la necesidad de encontrar en el lenguaje poético nuevas formas para expresar las preocupaciones contemporáneas, la poesía como medio para comunicar los avatares cotidianos. Y es adoptando una nueva forma de traducir poesía que buscan encaminar sus propósitos: liberarse de las fórmulas académicas para encontrar en la sintaxis del español una expresividad desprovista de apegos rigurosos al original.


5. CONCLUSIONES

Las traducciones que publicó Alto aire en su única edición, de abril de 1965, tuvieron el propósito de incorporar textos desconocidos o pocos difundidos en el canon local. Esta elección no fue casual, sino que respondió a una identidad de vivencias acerca de la poesía y el rol del poeta en la sociedad que además se vinculaba con la necesidad de renovación de la materia poética. Una renovación que se inscribía dentro del contexto de las neovanguardias de los sesenta que propugnaban movimientos de ruptura con lo establecido.

El poeta e investigador Eduardo D’Anna, en La literatura de Rosario (1996), refiriéndose al período que estamos considerando (que denomina «La generación del compromiso»), postula que los artistas debieron arreglárselas sin pautas teóricas para convertirse gradualmente en los transgresores de las vanguardias porque «ya no bastaba con ser artista, para ejercer la libertad vanguardista, había que evidenciar una actitud, antes que nada personal: coherencia de vida y obra que aseguraba la autenticidad de los procedimientos empleados» (D’Anna, 1996: 101).

Si nos remitimos al título del presente volumen, podemos afirmar que la revista Alto aire traza una línea de convergencia entre ambas prácticas escriturarias: la labor de traducir y la gestación del poema propio. La traducción como un modo de reflexión, de imitación, de indagación sobre las posibilidades de la lengua española que conducía hacia una nueva poesía como meta absoluta.


REFERENCIAS

Benjamin, W. (1994 [1938]). La tarea del traductor (trad. de H. P. Murena). En M. A. Vega (ed.), Textos clásicos de teoría de la traducción (pp. 285-296). Madrid: Cátedra.

D’Anna, E. (1991). La literatura de Rosario. Siglo XIX-Siglo XX. Rosario: Editorial Fundación Ross.

Even-Zohar, I. (1990). Polysystem Studies. Disponible en http:// www.tau.ac.il/~itamarez/works/books/ez-pss1990.pdf. Fecha de último acceso: 26/08/13.

Gilman, C. (2012). Entre la pluma y el fusil. Debates y dilemas del escritor revolucionario en América Latina. Buenos Aires: Siglo Veintiuno Editores.

Oliva, A. (1986). Cesar en Dyrrachium. Rosario: Subsecretaría de Cultura de la Municipalidad de Rosario.

Revista Alto aire. Edición de abril de 1965. Rosario.

Thomas, D. (1971). Collected Poems. Nueva York: W. W. Norton & Co. Inc.

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